viernes, marzo 03, 2006

TODA MI FAMILIA FILOSOFA (3)


Bruno Marcos

No sé si es solamente nostalgia. En la fotografía del antepenúltimo envío aparece mi familia, el fotógrafo era mi padre, en un tiempo anterior a que yo naciera. ¿Cómo se calificaría esa curiosidad retrospectiva?¿Nostalgia de antes de existir?
El legado filosófico de mi madre es aparentemente realista, sin embargo, encubre una visión muy precisa, mejor dicho, una visión afectada de las cosas.
Ha practicado siempre una especie de aristocratismo proletario pudiéndose permitir el lujo de –para olvidarse de nosotros- socorrer, mediante su militancia en la Legión de María, de la soledad o de las inclemencias de la vida a sus iguales. A decir verdad mis ideas políticas, tal vez, sean una sombra de eso. Mucho más incapaz que ella de levantarme del sofá para ayudar a nadie sí que he tenido, como ella, una cierta empatía con los sufrientes de la que sólo he sacado ponerme, a ratos, un poco triste. No ha sido ajena ella a una corriente muy hispana de hermanar a Marx con Jesús y a la que creo, al final, –sobre todo en semana santa- tenderé yo mismo.
Cuenta cómo se arrepiente de haber procesionado hasta un puente al lado de su pueblo donde los lugareños habían encontrado a un paseado con la tapa de los sesos levantada. Siempre me llamó la atención que repetía esa frase, nunca era con un tiro en la cabeza o algo así, sino con la tapa de los sesos levantada como si ella hubiera entendido, ante ese horror, que la cabeza era una caja cuya tapa se podía levantar. Concluye siempre diciendo que lo pasó muy mal esa noche y otras y que se preguntaba para qué habría ido. Aquella imagen debió grabarse en su cerebro infantil a fuego hasta el punto de considerar necesario transmitirla a sus hijos. Muy humildemente parecía decirnos en lugar de luchad contra el horror más bien nunca vayáis a ver el horror, por más que os insistan en que es un espectáculo.
De ella me debe venir esa indeterminación, ese escepticismo.
Otra cosa que cuentan míticamente es la picardía de mi abuelo materno para, en el momento de jurar bandera, arrimar los labios sin besarla, eludiendo –ingenuamente- el compromiso de morir por la patria. Eso no le inhabilitó para guardar a un rojo en el piso de arriba de su casa en los principios de la guerra sin consultar a nadie y produciendo la creencia, en mis tíos y tías, de la presencia de ruidosos espíritus. Un día llegó el padre del rojo y le dijo que se fuera que mi abuelo, al no ser familia suya, escondiéndole se exponía a pena de muerte. Por lo visto esto tampoco le inhabilitó para que, después, la cancioncilla del cara al sol le hiciese gracia y la entonase sin pararse a pensar –eso creo- muy bien lo que significaba, sobre todo lo de si te dicen que caí , teniendo en cuenta sus reparos juveniles a comprometerse en caer mediante el reglamentario beso a la bandera.
De ahí hasta mis infladas repuestas que, de adolescente, espetaba al primero que se me cruzaba como yo soy carlista por estética parafraseando -sin decirlo- a Valle o mi fascinación estética, en la infancia, -mea culpa- por la parafernalia nazi.
La filosofía de mi madre se resume en dos frases , una “Primero gánate el pan y, luego, ya te dedicarás al arte” y “Nunca te metas en política. Ya viste lo que le pasó al pobre Lorca”. La primera solía acompañarla de una descripción deprimente de la mala vida que los artistas han llevado siempre por las buhardillas, lo cual me intriga, pues ¿dónde vería ella eso de las buhardillas, no creo que haya visto La Boheme? En fin que esa premisa la he acatado, la acato, como Machado, ...al final nada os debo, me debéis cuanto he escrito, a mi trabajo acudo, con mi dinero pago el lecho en donde yago y la mansión que habito...
La segunda de sus máximas me inquieta más, a veces pienso que describe muy bien el país que tenemos donde la libertad pende aún -bajo otras formas- del fusil o del hambre.
De Lorca, como del anónimo paseado, creo que la conmueve su languidez, inexplicable tras la violencia, el asesinado junto al reguero con la tapa de los sesos levantada, abierta al azul infinito de un día cualquiera de una niña cualquiera; y Lorca -como en la serie lo recuerda ella- mirando hacia atrás mientras da los pasos de un paseo que sabe que le lleva a la muerte.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

cuánta filosofía nos enseñan las madres¡veo que en tu familia tienes material para volver al pasado y resucitarlo.

marzo 03, 2006 10:03 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

vuelves al paraíso del que te expusaron:tu infancia

marzo 03, 2006 10:05 a. m.  
Blogger . said...

larsen, pásame un cd con tus mejores fotos

marzo 03, 2006 9:03 p. m.  

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